19 mayo, 2012

BOCETO DE UNA PUERTA


Él le preguntó: ¿Qué haces?
Pienso en ti y miro por la ventana para ver si te veo en mi jardín. Pero no te veo. No estás -respondió ella.
Pero iré -le dijo él.
    - Por si acaso vienes esta noche, ya sabes dónde está la llave.
   - Sé donde está la llave porque me lo has dicho otras veces, pero no sé cuál es tu habitación.
    - Es algo complicado pero te guiaré.
Y comenzó a extender sus palabras que relucían en la noche como el hilo de Ariadna en el laberinto.
Tenía que atravesar la cocina y luego girar a mano izquierda. Si se encontraba en la biblioteca, entonces es que se había equivocado. No me importaría quedarme a leer en la biblioteca mientras espero a que tu despiertes y te levantes por la mañana. Ya, pero quizás mi padre, que se levanta muy temprano, se asustaría al encontrarte allí. Tienes razón, también yo me asustaría. Vale, giro a la izquierda. Bien, pasarás delante del teléfono. Espero que no suene, me sobresaltaría. Tranquilo, nunca suena, cuando suena es tan extraño que también a nosotros nos sobresalta. Subes las escaleras, pero sólo el primer tramo, si siguieras subiendo acabarías en el desván. Me gustan los desvanes, los cajones y el polvo en suspensión iluminado, pero no quiero terminar en el desván, así que subiré sólo el primer tramo de escaleras. ¿Y luego?. Preguntó él, mientras trazaba en su cabeza un plano de la casa, para no perderse, sin necesidad de encender ninguna luz.
Luego tienes que ir hacia la derecha. Te encontrarás con tres puertas. ¿Con tres? Sí, pero no te preocupes porque sabrás cual es la mía. Además, si llegas esta noche, no es allí donde debes buscarme, porque he dejado mi habitación a los invitados. Ah... dijo él, que de pronto se dio cuenta de que tendría que borrar en su mapa mental ese camino. Por suerte no había mucho que borrar. Una vez en el primer piso, en lugar de a la derecha, tendría que seguir recto hasta llegar a la puerta de madera vieja y blanca, allí, detrás de aquella puerta, estaría ella, esperándole.
Pero ten cuidado, no estaría bien que tropezaras con la batería de mi hermana, está en mitad del pasillo. 
No, claro, eso armaría mucho ruido. Mejor la rodearé. ¿De verdad estarás allí? ¡Claro, no te engañaría! Vale, alors, me ducho, me visto y voy para allá. Espérame dormida.
Estaban separados por miles de kilómetros. Sin embargo se las arregló para llegar aquella misma noche. La llave estaba donde esperaba que estuviera. No acabó en la biblioteca ni subió hasta el desván. El teléfono no sonó, tampoco se equivocó con su verdadera habitación en la que esa noche dormían invitados y logró rodear la batería de la hermana sin despertar a nadie con el estruendo de los platillos. Pero, cuando estaba ya allí delante de la puerta vieja de madera blanca, se dio cuenta:
había olvidado el lapicero para dibujar la manecilla de la puerta y poder abrirla.
Tal vez, a la mañana siguiente, cuando ella despertara, creyera que él no había ido como le había prometido. Debería haberle advertido de que se trataba del boceto de una puerta de madera vieja y blanca, del boceto.

2 comentarios:

3m dijo...

Sería tan fácil como darle un lápiz .

Anónimo dijo...

Los bocetos se pueden mejorar, y como ha señalado "3m" quizás si le das una tiza o un lápiz o cualquier otro medio para que esa puerta se abra ante sus ojos, quizás pase de repente, aunque la distancia en apariencia separe a dos personas, si crees en ello quizás esa puerta cuyo boceto original no tiene picaporte de repente aparezca el modo de entrar...